La verdad es que yo siempre he sido más de gatos aunque de pequeño también tuve canarios y hamsters. ¡Qué recuerdos! la verdad es que tuvimos mala suerte con los canarios... Unos se nos murieron asfixiados en un viaje que hicimos porque los metimos en la furgoneta del tío Paco y les debió dar un golpe de calor... probrecillos. Luego tuvimos otros que se ve que le pusimos mucha lechuga y creo que la palmaron de alguna diarrea persistente... Desde entonces ya no más pájaros.
Luego llegaron los hamster, que en el piso estaban encantados, aunque por las noches se movilizaban para planear la huida de la jaula mordisqueando los barrotes en plan "prison break". Su tortura llegaba cuando íbamos al campo y jugábamos con ellos en la azotea del chalet, pintada de rojo oscuro, que al sol en verano cogía temperatura, y los pobrecillos, que siempre van arrastrando el tema, perdían el culo correteando por el suelo caliente buscando sombra... que malos somos de niños. Una vez dejamos la jaula del hamster en el patio y cuando nos dimos cuenta había venido un gato malo malísimo y había abierto la jaula. El pobre sobrevivió al ataque, pero del susto se quedó en estado de shock y murió a los pocos días.
En el campo empezamos a tomar contacto con unos gatos de la urbanización, que les gustaba pasarse por nuestro patio. Había una gata que daba pena verla, era bizca, coja y epiléptica, vamos un cuadro, pero muy cariñosa y le dábamos comida cuando íbamos los fines de semana.
Pasó el tiempo, crecimos, y un día nos encontramos una gatita pequeña perdida en Matalascañas. La recogimos y la llevamos al piso en Sevilla donde estuvo con nosotros unos años. De pequeña era un trasto, la cuidaba más mi hermano y yo sufría en silencio sus maldades... una vez se meó en mis zapatos de cuero nuevos y los tuve que tirar... La gata creció y cuando la llevábamos al campo los fines de semana parece ser que se daba el lote con algunos gatos de la zona y empezó a tener crías. Ahí creo que empezó el contacto más directo y permanente con los gatos en nuestra familia. La llamamos Chita, sí, como la mona de tarzán. Y uno de sus hijos lo llamamos Chuky.
Cuando mis padres se mudaron a Montequinto, ya con parcela, llevamos allí los gatos y todos se hicieron compañía mutuamente. Chita tenía más privilegios y la dejábamos entrar en la casa a calentarse en el brasero o en el regazo de quien estuviera en las proximidades de la mesa camilla, y la verdad es que es muy relajante la proximidad de un gato, con su ronroneo. Chuky pasaba más tiempo fuera, y le gustaba tirarse al suelo y dejarse "barrer" con la escoba por mi padre... y acompañarlo cuando éste se sentaba fuera a escuchar la radio o leer. Son cariñosos a su manera, cuando ellos quieren y siempre que los tengas bien aseados y alimentados. A veces quieren jugar y se vuelven locos con un cordón o cualquier pelotita que caiga al suelo y otras veces pasan de ti olímpicamente.
20 años aguantó Chita, dicen que bastante para un gato, supongo que la cuidamos bien :)
Chuky duró menos, y nos dejó al poco tiempo de morir su madre, posiblemente por algo que comió envenenado, aunque yo creo que fue de pena cuando se quedo solito, probrecillo.
Mi hermano José cuando se fue de casa de mis padres adoptó un gato que lo acompaña desde entonces y da gusto verlo cada vez que lo baja a Sevilla o subo a verlo a Tudela. Franklin en los papeles y "gordito" para los amigos. Y yo tuve acogida por un año a Doxi, que finalmente acabó en Berlín con su dueño.
Después de esta pequeña introducción de mi experiencia con mascotas, que sobre todo han sido gatos, quiero volver al principio del post y hablaros de Kaila.
Hace casi dos años conocí a su dueño que vive cerca de mi casa y como a mí me gusta pasear por el parque le propuse acompañarlo cuando sacara a su perrita a hacer sus cosas. Así fue como la conocí, me acerqué a acariciarle la cabecita y enseguida me "aceptó" como persona de confianza. Se estableció un vínculo de "cariño"? que se fortalecía con cada encuentro. A veces me veía desde lejos y corría a saludarme con sus "besitos" (lametones en la mano) como muestra de cariño. Me sorprendía el grado de comunicación que establecía con su dueño cada vez que éste le hablaba o simplemente con un cruce de miradas ya se entendían. Este tipo de comunicación lo he visto en algunos gatos pero éstos no son obedientes en absoluto. Y Kaila era muy inteligente. Me hacía gracia ver a su dueño, Álex, cuando la regañaba por algo y ella se quedaba parada mirándolo fijamente como diciendo, lo siento, me he equivocado, no volverá a suceder :p. Y cuando se bloqueaba cuando veía a perros grandes que la asustaban. Alex ya sabía lo que pasaba y la tranquilizaba, y ésta lo entendía y seguía caminando pero pegada a su dueño.
Alex la crió desde pequeña y estableció un vínculo muy fuerte con ella. Me ha contado muchas anécdotas con Kaila y cómo ésta lo despertaba con sus "besitos" cuando él tenía pesadillas, o cómo ponía orden en la casa cuando Sparty, otro perro de la casa que es más tontito, se ponía pesado con las visitas y tenía que intervenir.
Recuerdo las visitas a casa de Alex, que Kaila salía a recibirte cariñosa como siempre y se ponía a tu lado para que la acariciaras o para darte cariñitos.
La perrita llenaba la casa de alegría con su presencia y tenía loquito a su dueño.
Hace unos meses la pequeña se puso malita y se aguantó tanto el dolor que cuando su dueño se dio cuenta que algo pasaba y la llevó al veterinario ya fue tarde y Kaila nos dejó. Todo pasó muy rápido y nos costó hacernos a la idea de que se había ido.
Laika era una perrita rusa que subió al espacio a morir. Kaila en cambio murió en la tierra para subir al cielo de los perritos buenos y estoy seguro que desde allí arriba estará atenta de su dueño por si tiene pesadillas para mandarle "besitos" y así despertarlo...
Y no me olvido de Chita y Chuky, que estarán también jugando juntos allá arriba :)
Y los canarios...
Y el hamster...