Al llegar a casa descolgué el teléfono y marqué instintivamente el número almacenado en la primera posición de la agenda de contactos. Sonaron los tonos que siempre sonaban al principio y que me hacían pensar en lo que estaría haciendo en ese momento, en la cocina tomando café, fuera tendiendo la ropa o dormida en el sofá con los pies calientes frente a la televisión. En cuanto los tonos dejaban de sonar se resolvía el misterio al instante porque era lo primero que le preguntaba y ella me contaba al detalle aquello que estaba haciendo y todo lo que le había pasado en el día y desde la última vez que habíamos hablado. A veces se me pasaba el tiempo volando y, sabiendo que ella esperaba la llamada, intentaba llamar a última hora del domingo para que no me pusiera falta, que mentalmente sí las ponía aunque luego se le olvidaran.
Esta vez los tonos siguieron sonando hasta cortarse la llamada...
Ya no había nadie al otro lado esperando mi llamada.
Dedicado a todos los que no se olvidan de llamar a esas personas que siempre esperan al otro lado...esa llamada.
Estos escritos merecen ser impresos. Otro pedazo de artista con muuuuucho sentimiento.
ReplyDeleteGracias prima!
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