Friday, August 15, 2014

Metro de Madrid


No me gusta adentrarme en Madrid en coche por el absurdo temor a encontrarme atascos, conductores agresivos y luego no encontrar un aparcamiento cerca de mi destino; miedos que me provocan ansiedad y me arrastran casi sin darme cuenta a la boca de metro más próxima, donde me siento seguro de llegar sin ningún problema. Es más, cuando tengo que ir a una cita a una hora determinada calculo mentalmente el tiempo que tardará el metro en función del número de paradas y transbordos y normalmente llego bastante puntual. Ayer tocaba cerrar el ciclo de pruebas periódicas con la visita a la cardióloga que me lleva el expediente. Iba preocupado porque había intentado interpretar el resultado de algunas pruebas que me entregaron en mano (como hace todo el mundo) y vi cosas raras (como todo el mundo).
Normalmente llevo un libro para leer en el trayecto del metro y sobre todo para las esperas de las citas con la seguridad social, pero esta vez opté por escuchar música y observar a la gente que me rodea. Sí, me gusta observar a la gente, como visten, como se mueven, como se comportan... cotilla? tal vez un poco 
Entré a mi vagón y como me esperaban unas 8 paradas y había asientos libres me senté. Justo en frente me sorprendió una pareja de maris modernas extranjeras que vestían de negro de arriba a abajo. ¿Góticas? no, modernas que van a la moda de su pais, o barrio, o secta, a saber... Las observé un buen rato buscando un atisbo de color y nada, hasta los bolsos eran negros, de Loewe por supuesto.
Al empezar a moverse el vagón, se acercó una mujer a la zona en la que estábamos las maris modernas y yo y empezó a recitar su discurso ensayado para pedir limosna. Normalmente este tipo de personajes antes de la crisis eran grupos organizados de gitanas rumanas (creo) que con una voz lastimosa que parece que se están muriendo decían algo así como "unnnnnnnnaaaaa aaaaayuuuuuuuuuuuuuuuddddaaaaaaaaa piiirrrr faaaaaaaaaavoooooooorreee, noooooo tiiiiiiiiiinnnnnnnnngooooo nnnnnnnaaaaaaaadddddddddaaaaaa ppppppaaaaaraaaa ddddarrrrrrrrrr a mmmmmmmmmiiiiiiiiiiiisssss hiiiiiiiiiijoooooooooossss...." Insoportable el teatro que montan. 
Ahora con la crisis el panorama está cambiando al pobre nacional. Ya son españoles que en perfecto castellano y con mucha educación se presentan y piden limosna. Y esta mujer me sorprendió por su discurso: "Hola buenos días a todos, soy una madre de tres hijos que hace poco me he quedado sin trabajo y no tengo ningún tipo de ayudas, les agradecería que me ayudasen con lo que puedan, una pieza de fruta, tickets de comida, o ayuda económica. Muchas gracias." Cuando en mi mente estaba asimilando lo de la pieza de fruta y los tickets de comida, que nunca había escuchado antes, la mujer empezó a recitar su discurso en inglés!! ahí ya me remató la mujer, con un par, qué alto dejó el listón a la rumana gitana, que tendrá que apuntarse a un curso de inglés lastimoso.

Según se alejaba la mujer que pedía, se abrieron las puertas del vagón y entró una pareja de ancianos que rondaba los 90 años y empecé a estudiar su grado de movilidad / simpatía / necesidad para ver si les cedía mi sitio o no, que hay algunos mustios que hasta se molestan si les cedes tu asiento. Una de las maris reaccionó rápidamente, era moderna pero también educada, porque apartó uno de sus bolsos de Loewe que ocupaba un asiento para los viejetes. El anciano tenía la prioridad de sentar a su señora primero, que dejó en el lugar que antes estaba el bolso de la mari y luego él ya buscaría otro asiento. Ese gesto admirable que tuvo de "primero mi querida señora" despertó mi educación, aletargada por esta sociedad egocéntrica en la que vivimos, y me hizo levantarme de mi sitio y cederle mi asiento. El anciano me lo agradeció y se sentó. Yo me quedé de pie, a su lado. Al poco rato el hombre, preocupado porque me había quedado de pie, me avisó que se quedaban asientos libres cerca que yo podía ocupar. Que majo! Le dije que no se preocupara y continué de pie. Dos paradas más después se quedó libre justo el asiento junto al anciano y se levantó para traer a su señora a su lado. Dos segundos más tarde los pillé cogidos de la mano, que bonito!! con casi 90 años y aún se cogían de la mano... qué pocas parejas hace eso hoy en día... y lo bonito que es, y lo que significa.
Aún emocionado por ese gesto de los ancianos de viajar cogidos de la mano llegué a mi estación y abandoné el vagón dejando atrás a la pareja de maris modernas, que igual otro día me las encuentro todas de blanco, si cambia la tendencia en su país, barrio, secta..., a la señora que pedía piezas de fruta y a la pareja entrañable de ancianos.

La próxima vez que viaje en metro, miraré antes de salir de casa si tengo alguna manzana o plátano, por lo que me pueda encontrar allá abajo.

Por cierto, en el médico, contra todo pronóstico paranoico mío, todo bien, todo controlado. Próxima revisión en dos años.

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